La piel es lo que para un marinero su Cuaderno de Bitácora. Surcos, arañazos, cicatrices, manchas, un tiempo que no se detiene por nada ni nadie.

Así, nuestra piel va marcada por ese incesante tiempo, por sus vivencias, sus experiencias desalentadoras e ilusionantes.
Sus ojeras por las noches de tristeza o de fiesta, las marcas que el reloj esculpe en nuestro rostro.

Nuestra piel es el reflejo de una vida cargada de momentos donde, unas veces se gana y otras se aprende.